VIEJOS HÁBITOS



Mirad la ciudad a lo lejos
inadvertido páramo encendido
entre las calles de su fuego eléctrico.

Nocturno mar de flujo luminoso
navío grotesco de horas volátiles como sus ecos
Babel de un laberinto involuntario
sombrías aguas de precarios aires.

¡Debe ser la muerte!
esa perversa muerte que sabe a humedad y polvo
esa maligna forastera que nos sonríe
en la hora suprema
de infaustas despedidas.

Más allá del cosmos habitado
que nos aguarda anhelante
con signos de ignotos ideogramas
trazados en las paredes de piedra
avenidas de graffiti que sangran pertinaces
como los espectros de una vieja taberna.

Mas, ¡qué peregrino camino!
acantilado de un piso de tierra
ruinosas y misteriosas huellas
crepúsculo de un rumor
crujir de cristales
viejos hábitos que renacen
al morir la tarde
con la fuerza de la costumbre.
 

4 comentarios:

  1. Creo que te quedó redondo el poema, francamente. Mucha intensidad para la oscuridad emocional.

    Al menos miras la ciudad desde lejos, no inmersa en su vorágine desoladora.

    El fractal, en consonancia, estalla de color en el enigma de esos rostros.

    Un abrazo, Lilia.

    Namasté.

    ResponderEliminar
  2. Mil gracias por tu comentario querida Morgana. Es tu apreciación el mejor elogio y estímulo que puedo recibir para seguir adelante en este intento literario.

    Namasté

    ResponderEliminar
  3. ¿Y ahora? ¿Qué te digo sin que sepa a poco? Nada, no te digo nada, sólo me pongo de pie y aplaudo a la poeta, su poema y esa explosión de colores que se contradice con la muerte ¡Bravo, mi niña, no dejes de deleitarnos con tu arte!

    ResponderEliminar
  4. Como ya nos tenés acostumbrados, tus versos calan hondo, muchas gracias y felicitaciones

    ResponderEliminar

ESPACIO INERTE

Golpean las olas del mar el acantilado de mis recuerdos, azul paisaje de húmeda franja que a lo lejos, en el horizonte, se ...