Por
fin decidió ir al psiquiatra, un sueño recurrente lo despertaba a media noche y
su aflicción era no poder recordarlo. Frente al especialista relató los hechos.
Era evidente que su deterioro físico y mental por el pésimo dormir durante varios
meses, lo tenían en un estado deplorable. El médico le indicó que tan pronto se
despertase del mal sueño, anotara cualquier cosa que pudiera recordar. Lo citó
en once días.
El
paciente le entregó a su psiquiatra una carpeta con el mismo número de hojas
(una por cada noche que había transcurrido) el especialista las observó con
sumo interés. Al poco rato le preguntó sin apartar la vista de los folios ¿Cómo
se ha sentido últimamente?
-Igual-
contestó el paciente.
-¿Y
ya sabe…quién es él? -Preguntó con cautela el médico.
-No
sé a qué se refiere- contestó el paciente.
-¿Desde
cuándo tiene ese sentimiento? -¿A qué sentimiento se refiere doctor? -¿Entonces…
no cree haber podido recordar nada de su sueño?
-No…
absolutamente nada.
El
médico creyó necesario recetarle al paciente unos medicamentos que debería
tomar diariamente antes de su próxima visita. -Inicie con estos- le indicó el
psiquiatra tomando un paquete de una gaveta, el médico trató de abrir el
envoltorio sin éxito. En ese momento volteó hacia su escritorio y vio el
cortapapeles, después dirigió su mirada al paciente quién supuso que el galeno
le pedía que le aproximase el instrumento. Éste se levantó y solícito le aproximó
la herramienta punzocortante que le asestó varias veces en el cuerpo.
El
médico se desplomó en el suelo, sus últimos recuerdos fueron el texto
fragmentado que había leído.
ÉL
ME PIDE QUE YO LO ASESINE CON SU PROPIO CUCHILLO
Con
una última mirada al hombre sin vida, el paciente tomó la carpeta.
Meticulosamente reorganizó el orden de las hojas y leyó pausadamente para sí:
YO
LO ASESINÉ CON SU PROPIO CUCHILLO… ¡QUE ÉL ME PIDE…!
Salió
del consultorio satisfecho de haber recordado su sueño.
Me ha gustado el relato. Un abrazo.
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