Golpean
las olas del mar
el acantilado
de mis recuerdos,
azul
paisaje de húmeda franja
que a
lo lejos,
en el
horizonte,
se confunde
con el cielo.
Rompen
los cristales de agua
la sal
que agrieta mi piel,
desierto
estéril de una vida inútil,
soledad
de un espejismo
en la
quietud de un oasis
que muere
de sed.
La brisa
marina se lleva los recuerdos
de tantas
vidas olvidadas en el tiempo,
inmortales
almas de un espacio inerte,
como
sueños del delirio
que no
volverán jamás.
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